A nombre de nuestra familia GreenStyle, deseamos a ustedes, sus familias y amistades que el año 2021 contribuya a fecundar el amor por lo natural, tal como dice nuestro lema: Sigue lo natural. Ahora que el año 2020 ya es historia y que el 2021 es esperanza, nos preguntamos ¿Cuáles son las principales lecciones que destacamos del año pasado para incorporarlas en el que inicia?
Al respecto, consideramos siete grandes lecciones:
1. Siempre somos energía, 2. Nos adaptamos a las circunstancias, 3. Agudizamos nuestros sentidos, 4. Somos más flexibles y empatizamos, 5. Nos ocupamos de nuestra alimentación, 6. Fomentemos la prosperidad y el bienestar y 7. Impulsemos desafíos locales con horizontes locales.
- Siempre somos energía. La Madre Tierra, en armonía con el sistema solar y el universo, es energía. Al final de cuentas, todo lo es. Seguramente conocemos la máxima que: “La energía no se crea ni se destruye, simplemente se transforma”. A causa del SARS-COV2, Covid19, el distanciamiento físico nos hizo valorar en plenitud el significado de los abrazos, los besos y otras manifestaciones de cariño que, en definitiva, son energía. Por lo que la primera gran lección que reconocemos es que transformamos la carencia de contacto físico en energía de sonrisas con la mirada, escritura de textos, grabación de audios y videos y, en la medida de lo posible, disfrutar de los entornos naturales. En definitiva, siempre somos energía.
- Nos adaptamos a las circunstancias. Las personas somos de costumbres. Prueba de ello es que durante el año 2020 nos enfrentamos a la difícil realidad de restringir la libertad de tránsito, mantener el distanciamiento físico y evitar estar en estar en presencia de personas que no forman parte de nuestro grupo familiar. La segunda lección es que nuestra libertad se redujo drásticamente lo que ocasionó adaptarnos a las circunstancias.
- Agudizamos nuestros sentidos. En los tiempos que corren nuestros sentidos son vitales. En efecto, nuestros cinco sentidos: Vista, olfato, gusto, oído y tacto los exigimos al límite con el propósito de no contagiarnos de Covid19 y, en consecuencia, reducir la posibilidad de contagiar a otras personas. Por ese motivo, protegemos los sentidos más sensibles al contagio: Vista, gusto y olfato con elementos tales como mascarillas, escudos faciales y otros. Asimismo, las manos (integrantes del sentido del tacto –el mayor de nuestros sentidos-), las lavamos frecuentemente con agua y jabón para eliminar el riesgo de contagios. Entonces, la tercera lección, en este momento de la historia producto de lo que vivimos como humanidad, agudizamos nuestros sentidos.
- Somos más flexibles y empatizamos. El acelerado ritmo de vida que mantuvimos antes de la pandemia por Covid19 cambió y, en su lugar, apareció la pausa en compañía del lema: “Quédate en casa”. Nos ocupamos de cuidar a las personas con alto riesgo de contagios: Adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias crónicas. Todo apunta a que nuestras sensibilidades más profundas emergieron con tal fuerza que nos abrimos a apoyar a otras personas, incluso desconocidas. En ese andar, la cuarta lección es que nos dimos a la tarea de ser más flexibles en todo ámbito (horarios principalmente) y, en general, empatizamos con todas las personas.
- Nos ocupamos de nuestra alimentación. En relación con el punto anterior, las personas organizamos actividades según nuestras prioridades de salud ubicando en una de las primeras posiciones la alimentación. En este tiempo de pandemia, entre otras grandes consecuencias, hubo espacio para conocer la variedad y la riqueza nutricional de los alimentos, ubicar la mejor forma para prepararlos y degustarlos con tranquilidad y paz. La preparación de alimentos saludables de forma lenta y pausada se hizo presente en nuestras vidas y deleitó nuestros sentidos. La quinta lección es que hoy sabemos más acerca de cómo ocupamos de nuestra alimentación.
- Fomentemos la prosperidad y el bienestar. Sin desconocer que los seis puntos anteriores son muy importantes, no son suficientes para alcanzar el desarrollo, por lo que es necesario que asumamos tareas. Hace unos años, en una mirada global, la Organización de Naciones Unidas propulsó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que persiguen lo siguiente: “[…] erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial”. A la luz de la pandemia, la desigualdad aumentó entre las naciones y, también, en el interior de cada una en asuntos tan sensibles como nutrición, educación, salud y otros. Por lo que la sexta lección es la necesidad que fomentemos la prosperidad y el bienestar en concordancia con el entorno natural.
- Impulsemos desafíos locales con horizontes globales. Los ODS son un espléndido telón de fondo que positivamente nos inspira. Lo cierto es que, según el gran relato de esta época, la batalla común es contra la pandemia que nos da motivos para la unidad a pequeña escala. ¿Qué es a lo que nos enfrentaremos después? Aquí observamos que lo crucial es apoyar con fuerza iniciativas locales con horizontes de desarrollo globales: la consigna es actuar local y pensar global. Por lo que la séptima lección es que desde ahora impulsemos desafíos locales que nos unan y los proyectemos de forma global.